Ya hace unas cuantas semanas de este reportaje, pero me apetece un montón recordarlo porque lo pasamos genial, se nos hizo de noche haciendo fotos, y encima faltan menos de 48 horas para vernos de nuevo, pero esta vez para disfrutar del fiestón que seguro que tienen preparado estos chicos.
Pero antes vamos a ver los rincones que encontramos en Urueña, la Villa del Libro, una de las joyas escondidas de la provincia de Valladolid. Una auténtica maravilla arquitectónica genialmente conservada, en la que pudimos perdernos por sus calles, encontrar rincones acogedores en los que estar cómodos... y disfrutar de la fotografía.
Satisfechos con la primera parada, nos dirijimos a La Santa Espina. Encontramos un enorme campo de amapolas en el que disfrutamos como niños.
Y después María y Javier me tenían guardada una sorpresa: un rinconcito muy especial un poco escondido que hay a pocos kilómetros del monasterio. Se trata de un pequeño embalse con unos preciosos y fotogénicos embarcaderos. Un lugar ideal para pasar una tarde tranquila en medio de la naturaleza, con muy poquita gente. No hace falta decir que estuvimos super cómodos, y tengo que agradecer especialmente a Javier la facilidad con la que posa ante la cámara, pues no siempre es facil encontrar a novios tan motivados para su primera sesión de fotos.
De María no hace falta decir nada, porque las fotos lo dicen todo, pero es muy muy muy fotogénica (y guapa).
El sol ya se había escondido, y aprovechamos los últimos minutos de luz para hacer alguna foto más antes de regresar a casa. Y ya prácticamente de noche tuvimos que hacer una parada obligatoria como despedida en este lugar:
Así que llegamos a casa con una tremenda satisfacción, y cientos de fotos en las tarjetas de memoria. El sábado volvemos a vernos, con ganas de ver unos novios felices por el paso que van a dar, y con unas expectativas altísimas de pasarlo bien, divertirnos y captar los mejores recuerdos de vuestra boda.
¡¡Mil gracias, María y Javier, por confiar en mi y por ser como sois!!