En una cálida tarde de finales de junio buscamos la sombra y el frescor del Duero, primero haciendo una sesión en el molino de la Peña, un lugar abandonado con un encanto especial en el que he hecho varias sesiones con parejas con resultados fantásticos.
Y con María y Rodri no iba a ser menos. Aunque estaban nerviosos, sobre todo Rodri. Así que primero charlamos un poco para quitar hierro al asunto, y explique en que consisitía la sesión, y cómo sentirse cómodos conmigo y ante la cámara. A partir de ahí todo fue sobre ruedas. María no paró de reirse en toda la sesión, y se lo fue contagiando a Rodri, así que pasamos un rato muy divertido.
El lugar acompañaba y estábamos muy cómodos, y cuando teníamos lo que queríamos, aproveché un desnivel en el terreno para hacer un contraluz precioso.
Desde allí cruzamos el puente y fuimos a la zona del Árbol Caido, también a orillas del Duero. Allí terminamos la sesión, entre abrazos, besos y sonrisas. Para poner la guinda del pastel, hubo un atardecer muy bonito, y encontré un encuadre fantástico para hacer un contraluz sobre el reflejo del sol en el río Duero. Quizás sea una de las fotos que más me gustan de todas las que he hecho hasta ahora, y se que a María y a Rodrigo les ha encantado, y eso para mí es lo más gratificante.
En unos días nos reencontramos, pero ya vestidos de novios :)