Cuando Vero me llamó para hacer una sesión premamá sentí una emoción enorme. Ya de por si me considero muy afortunado al ser testigo de momentos únicos e irrepetibles en la vida de las personas, pero cuando se trata de una amiga con la que he vivido y trabajado duro durante varios años, es inevitable emocionarse.
Además la propuesta era de lo más interesante: realizar una sesión de fotos premamá en el campo con caballos. Y en Palencia, tierra que amo. Todo ello cuidando los detalles y tomando las precauciones necesarias cuando trabajas con animales, que pueden ser imprevisibles. Para ello contamos con la ayuda de la persona que cuida a los caballos, que nos lo puso muy fácil.
Y como Vero es como es, pura alegría, todo salió de maravilla. Para poner la ginda de este pastel nos acompaño Alberto, el papá, y una luz de atardecer fantástica donde de vez en cuando el sol asomaba entre las nubes.
La cara es el espejo del alma, y en Vero se hace evidente. Cuando la vida de una persona cambia a mejor, se refleja en su cara. Poco más que decir, mejor que hablen las fotos :)